domingo, 2 de diciembre de 2007

ABEL CARRANZA MINAYA, HASTA SIEMPRE AMIGO...

Por Juan Julca Velasco

Es difícil escribir cuando un amigo se nos va…Y más aún si esta persona era súper fanática del Sporting Cristal.

A mi buen amigo Abel Carranza lo conocí en 1996 cuando el profesor Machuca –en ese entonces preparador físico del primer equipo celeste- me comentó que tenía un amigo que era recontra hincha del Cristal y a lo mejor nos podía apoyar para editar la revista SENTIMIENTO CELESTE.

Al día siguiente el amigo de Machuca acudió a La Florida y el profesor nos lo presentó. Abel se emocionó mucho y nos comentó que había leído la revista…hablamos de nuestra pasión por Cristal y él nos narraba cómo se hizo hincha de un equipo al cual no había visto jugar nunca. Siempre escuchaba por radio las transmisiones de los partidos del equipo bajopontino, allá en Paramonga.

Pero, Abel nos contaba que llegó a Lima para continuar su secundaria y luego ingresar a la UNI. Ni bien pisó Lima quiso ver a el equipo rimense –era la década del 60’- y dio la casualidad que Cristal iba a jugar un amistoso con el Barcelona de España. Aquélla noche, por única vez, Didí jugó con la camiseta celeste y el partido terminó empatado. Se quedó impresionado por ver al equipo de sus amores…

Y en una de esas tertulias celestes nos dice: “Vamos a mi carro un ratito que tengo algo para ustedes”. Lo acompañamos y nos entrega como 300 llaveros con la insignia de Cristal… “Tomen para que los regalen a los hinchas del Cristal”, nos dijo. Nosotros alegres y emocionados les dimos las gracias y empezamos a regalar a los jugadores del primer equipo, los menores, los entrenadores, los empleados, en fin a todos los que se nos cruzaban…

Posteriormente, empezó a ayudarnos con el papel couché. Él compraba con su plata y nos lo mandaba a la imprenta. O a veces nos faltaba para completar la imprenta y nos alcanzaba esa diferencia. Siempre nos salvaba de alguna situación difícil.

A principios de 1997, me llamó y me dijo: “He mandado a hacer unos maletines con el escudo de Cristal y los nombres de todo el plantel y dirigentes que lograron el tricampeonato del 96. Quiero que se los regalen a todo el plantel, pero no digan mi nombre.” Y le contesté que de todas maneras íbamos a decir su nombre porque era lo justo.

Y así lo hicimos, fuimos entregándoles uno por uno los maletines a todo el plantel de jugadores, cuerpo técnico y auxiliares. Todos se quedaron asombrados por el gesto de este hombre, súper fanático celeste que lo único que quería era agradecerles por las muchas alegrías que nos habían brindado al obtener el tricampeonato del 96.

Luego mandó a preparar un millar de llaveros con el logo de la revista y una pequeña reseña del club. Los regalamos a toda la gente del club y a los suscriptores de la revista.
Unos años después se contactó con la asistenta social del club y entregó becas a los jugadores de las divisiones menores del club Sporting Cristal para que se preparen y estudien en la Academia TRILCE de Rufino Torrico, en el centro de Lima.

Abel, era uno de los socios de TRILCE.

Varias veces lo vi comprar 20 entradas para que sus empleados de la TRILCE vayan al estadio y alienten al equipo rimense.

Una vez, viajamos a la hermosa ciudad de Arequipa para ver un partido de Cristal con Melgar y aprovechamos para llevar revistas para venderlas en el estadio. Viajamos con Carlos por vía terrestre como queriendo recordar los viejos tiempo en que fuimos barristas, pero llegamos molidos…

Luego del partido nos encontramos con Abel. Con qué cara nos habrá visto que nos dijo no se preocupen que yo les pago el pasaje de regreso por avión…y regresamos con Abel y los jugadores. Fue un alivio tremendo.

Abel estuvo en la final de la Copa Libertadores de 1997 en Belho Horizonte, Brasil. Sufrió como todos los hinchas celestes que estuvimos en esa cancha. Él estaba triste, pero siempre llevaba un lapicero, un llavero o algún souvenir de Cristal para regalarle a un compatriota o algún brasileño…

En esa época yo no tenía computadora y siempre estaba prestándome una para poder escribir la revista o me iba a la casa de mis padres o mandaba a tipear, hasta que una vez Abel me dijo tú no puedes estar de un lado a otro para escribir…¡Tienes que comprarte una computadora pero ya!...Yo le dije que no tenía para comprar y me dijo: “Hagamos una cosa yo te saco un préstamo a mi nombre en el banco, te compras la computadora y una impresora y luego vas pagando las letras”. Yo sólo atiné a decirle muchas gracias hermano, no te voy a fallar en el pago de las letras. Y así fue. Pagué 10 letras mensuales y pude tener mi computadora gracias a este gran hombre. Así era Abel.

Le gustaba conversar mucho sobre el equipo, pero últimamente renegaba bastante por la situación de la celeste…

A la hora de vestirse siempre tenía algo de color celeste. Sea el polito o una casaca. Hasta hora tengo las casacas que mandó a hacer con el logo del club y que me regaló en un gesto que nunca olvidaré.

Fue una persona muy generosa y estaba siempre atento a cualquier problema que se le podía presentar a una persona cercana a él, sea familia, amigo o un empleado de la academia.

Lamentablemente, los dos últimos años una penosa enfermedad fue menoscabando su fortaleza y acudía con menor frecuencia al estadio para ver a su Cristal querido.

A veces iba un día a trabajar y dejaba de ir una semana porque tenía que estar metido en la Clínica…

Hasta que el domingo 02 de diciembre de este año 2007, a las 8 y 15 de la mañana recibí una llamada a mi celular …miro en la pantalla y decía Abel Carranza…me dije: “es mi amigo Abelito”, pero por esas cosas de la vida sólo dije aló y escuché un sollozo…presentí lo peor…era su esposa quien me comunicó: “Juan, se nos fue Abel”, yo no podía creerlo y empecé a gritar y llorar como nunca lo hice…lloré y lloré como un niño porque se había ido mi mejor amigo, mi gran amigo, mi hermano, mi padre celeste, el hombre que siempre estuvo ahí en las buenas y en las malas…mi esposa me abrazó y juntos lloramos la partida de un fanático del Sporting Cristal…

Esa mañana, jugaba Cristal con Municipal y teníamos que estar temprano porque el estadio se llenaba. Su esposa me dijo que todavía no sabían donde lo iban a velar y que más tarde me llamaría para avisarme.

Nos fuimos al estadio con el ánimo por los suelos y los ojos llenos de lágrimas. Llegamos al estadio San Martín y le avisamos a algunas personas que lo conocieron sobre el deceso de este gran hombre. Todos se quedaron sorprendidos.

Estuvimos en el velatorio en Miraflores esa misma noche y al día siguiente, en el cementerio, fuimos a darle el último adiós. Le llevamos una camiseta del club de sus amores que se la colocamos encima de su féretro como él hubiera deseado que sea.

Hasta siempre querido amigo…¡Fuerza Cristal!