41 AÑOS DE GLORIA
Por: Emilio Laferranderie “El Veco”
El fútbol profesional en Perú llevaba ya tres años de vida cuando los propietarios británicos de la cervecería Backus y Johnston decidieron vender la firma a capitales peruanos. Cuenta la leyenda que los nuevos dueños se sintieron atraídos por una foto que pendía de una pared. Era un “eleven” que formaba en torno a un “goalkeeper” que tenía en sus manos una pelota de cuero.
Allí mismo, ese 8 de abril de 1954, nació la idea de fundar un club que representara a la nueva empresa peruana. El principal impulsor fue Don Ricardo Bentín Mujica, quién, desde ese momento, puso en marcha todo su empuje para lograr que ese objetivo fuese realidad. Contó con el aporte de su compañera de toda la vida, Esther Grande de Bentín, a quienes, por aquellos años, se veía concurrir invariablemente al viejo estadio Nacional a sentarse sobre las graderías de madera.
Eran tiempos en que los primeros lugares del torneo peruano se los disputaban Alianza Lima, Universitario de Deportes, Deportivo Municipal y el Atlético Chalaco. Desde el Rímac se estaba gestando el nacimiento de un grande que iba a imponerse a lo largo de los años.
El barrio necesitaba de ese club y los dos propulsores aceleraron los trámites. La Backus tenía un equipo, el Sporting Tabaco, que nunca había logrado un título y que, por aquellos años, estaba en decadencia económica. El matrimonio Bentín buscó terrenos cercanos de la cervecería para que los trabajadores pudieran desarrollar sus actividades deportivas.El primer paso estaba dado, pero también aparecía el primer choque con la realidad: la Federación Peruana no recibió con beneplácito que el viejo Sporting Tabaco se transformara como pretendía la Backus. Se instaló una polémica pública hasta que finalmente el 13 de diciembre de 1955, la familia Bentín ganó la pulseada. Nació el Sporting Cristal Backus, primer nombre adoptado en la reunión de la Comisión Directiva. El nombre de Cristal surge a raíz de que éste era el producto más popular de la cervecería.
Con el convenio firmado, el distrito del Rímac veía como comenzaba a florecer un centro de esparcimiento de 137,000 metros cuadrados en el corazón del tradicional barrio Abajo del Puente. Su primera directiva electa estaba integrada por el presidente Blas Loredo Báscones; vicepresidente, Manuel Bentín Sánchez; secretario, Octavio Figueroa Fonseca; tesorero, Jorge Coquis Herrera; vocales, Jesús Espinoza Coronel, Jorge Albertini Delgado, Juan Echevarría y Guillermo Negrón Soyer.
El primer equipo de fútbol conservó los colores del Sporting Tabaco, el celeste elegido por los rimenses. Para el debut en los campeonatos peruanos, se contrató a un técnico extranjero, y así llegó el chileno Luis Tirado con sus valijas cargadas de entrenamientos variados. También era menester reunir otros elementos foráneos en la cancha para juntarlos con los nacionales. La piedra fundamental estaba colocada y se edificó el primer equipo campeón en la historia del nuevo club.
El final de 1956 encontró a la camiseta celeste de la cervecería en lo más alto. El valle donde se fundó la Ciudad de los Reyes -llamado Rímac en lengua de los indios-, festejaba su debut en las mieles del éxito. Hubo festejo allá en la cervecería, en la Alameda de los Descalzos, el agua del río traía noticias de triunfos.
Faustino Delgado, el puntero izquierdo de aquel título, lo hace memoria y recuerda desde sus 71 años (dato de 1996): “Yo fui uno de los que pasó de Tabaco a Cristal, y ese campeonato fue la primera alegría que me dio el fútbol. Me acuerdo el estado físico que teníamos. El chileno Tirado nos dejaba para jugar dos partidos por domingo. Además, nunca repetía los ejercicios. En el equipo había muy buenos jugadores que armaban el juego, como Mosquera, Terry y Zunino. Yo era ligerito y ellos me dejaban solo para definir. Jugué 19 años en este club y cuando me retiré, doña Esther me regaló un carro por mi trayectoria. Fue inolvidable”.
Don Ricardo Bentín Mujica y su esposa Esther Grande comenzaron a ver que sus ideas originales tomaban forma. Su equipo de fútbol era campeón y el club crecía con otras actividades deportivas que iban ganando espacio: boxeo, béisbol, básquetbol, bochas y ping pong, hasta las modernas como fútbol femenino y el tenis. La buena imagen del matrimonio hizo creer a la institución que, de a poco, comenzaba a meterse en la piel de los limeños.
El primer arquero de aquel campeón, Rafael Asca, quizás el más importante de la historia rimense, busca en el baúl de los recuerdos: “Entrenábamos en el Cuerpo de la Guardia Republicana, que nos prestaba las instalaciones mientras se construían las canchas. El Rímac estaba identificado con los colores de Tabaco. Por eso, Cristal siguió con la camiseta celeste. Me retiré a comienzos del ’63 para enseñarle a los arqueros. Pero como a fines de ese año se lesionaron Párraga y Rubiños, el brasileño Didí me pidió que volviera. Estaba a punto de cumplir 39 años y teníamos que jugar el clásico con la “U”. Fue mi último partido y empatamos 2-2”.
El fútbol profesional en Perú llevaba ya tres años de vida cuando los propietarios británicos de la cervecería Backus y Johnston decidieron vender la firma a capitales peruanos. Cuenta la leyenda que los nuevos dueños se sintieron atraídos por una foto que pendía de una pared. Era un “eleven” que formaba en torno a un “goalkeeper” que tenía en sus manos una pelota de cuero.
Allí mismo, ese 8 de abril de 1954, nació la idea de fundar un club que representara a la nueva empresa peruana. El principal impulsor fue Don Ricardo Bentín Mujica, quién, desde ese momento, puso en marcha todo su empuje para lograr que ese objetivo fuese realidad. Contó con el aporte de su compañera de toda la vida, Esther Grande de Bentín, a quienes, por aquellos años, se veía concurrir invariablemente al viejo estadio Nacional a sentarse sobre las graderías de madera.
Eran tiempos en que los primeros lugares del torneo peruano se los disputaban Alianza Lima, Universitario de Deportes, Deportivo Municipal y el Atlético Chalaco. Desde el Rímac se estaba gestando el nacimiento de un grande que iba a imponerse a lo largo de los años.
El barrio necesitaba de ese club y los dos propulsores aceleraron los trámites. La Backus tenía un equipo, el Sporting Tabaco, que nunca había logrado un título y que, por aquellos años, estaba en decadencia económica. El matrimonio Bentín buscó terrenos cercanos de la cervecería para que los trabajadores pudieran desarrollar sus actividades deportivas.El primer paso estaba dado, pero también aparecía el primer choque con la realidad: la Federación Peruana no recibió con beneplácito que el viejo Sporting Tabaco se transformara como pretendía la Backus. Se instaló una polémica pública hasta que finalmente el 13 de diciembre de 1955, la familia Bentín ganó la pulseada. Nació el Sporting Cristal Backus, primer nombre adoptado en la reunión de la Comisión Directiva. El nombre de Cristal surge a raíz de que éste era el producto más popular de la cervecería.
Con el convenio firmado, el distrito del Rímac veía como comenzaba a florecer un centro de esparcimiento de 137,000 metros cuadrados en el corazón del tradicional barrio Abajo del Puente. Su primera directiva electa estaba integrada por el presidente Blas Loredo Báscones; vicepresidente, Manuel Bentín Sánchez; secretario, Octavio Figueroa Fonseca; tesorero, Jorge Coquis Herrera; vocales, Jesús Espinoza Coronel, Jorge Albertini Delgado, Juan Echevarría y Guillermo Negrón Soyer.
El primer equipo de fútbol conservó los colores del Sporting Tabaco, el celeste elegido por los rimenses. Para el debut en los campeonatos peruanos, se contrató a un técnico extranjero, y así llegó el chileno Luis Tirado con sus valijas cargadas de entrenamientos variados. También era menester reunir otros elementos foráneos en la cancha para juntarlos con los nacionales. La piedra fundamental estaba colocada y se edificó el primer equipo campeón en la historia del nuevo club.
El final de 1956 encontró a la camiseta celeste de la cervecería en lo más alto. El valle donde se fundó la Ciudad de los Reyes -llamado Rímac en lengua de los indios-, festejaba su debut en las mieles del éxito. Hubo festejo allá en la cervecería, en la Alameda de los Descalzos, el agua del río traía noticias de triunfos.
Faustino Delgado, el puntero izquierdo de aquel título, lo hace memoria y recuerda desde sus 71 años (dato de 1996): “Yo fui uno de los que pasó de Tabaco a Cristal, y ese campeonato fue la primera alegría que me dio el fútbol. Me acuerdo el estado físico que teníamos. El chileno Tirado nos dejaba para jugar dos partidos por domingo. Además, nunca repetía los ejercicios. En el equipo había muy buenos jugadores que armaban el juego, como Mosquera, Terry y Zunino. Yo era ligerito y ellos me dejaban solo para definir. Jugué 19 años en este club y cuando me retiré, doña Esther me regaló un carro por mi trayectoria. Fue inolvidable”.
Don Ricardo Bentín Mujica y su esposa Esther Grande comenzaron a ver que sus ideas originales tomaban forma. Su equipo de fútbol era campeón y el club crecía con otras actividades deportivas que iban ganando espacio: boxeo, béisbol, básquetbol, bochas y ping pong, hasta las modernas como fútbol femenino y el tenis. La buena imagen del matrimonio hizo creer a la institución que, de a poco, comenzaba a meterse en la piel de los limeños.
El primer arquero de aquel campeón, Rafael Asca, quizás el más importante de la historia rimense, busca en el baúl de los recuerdos: “Entrenábamos en el Cuerpo de la Guardia Republicana, que nos prestaba las instalaciones mientras se construían las canchas. El Rímac estaba identificado con los colores de Tabaco. Por eso, Cristal siguió con la camiseta celeste. Me retiré a comienzos del ’63 para enseñarle a los arqueros. Pero como a fines de ese año se lesionaron Párraga y Rubiños, el brasileño Didí me pidió que volviera. Estaba a punto de cumplir 39 años y teníamos que jugar el clásico con la “U”. Fue mi último partido y empatamos 2-2”.
Unos años después de la fundación, la institución eliminó el nombre de Backus en señal de independencia económica, ya que se trata de una asociación civil sin fines de lucro, a pesar de que la empresa aporta dinero en el club, pero éste maneja sus propios ingresos.
El fútbol seguía creciendo y el segundo título llegó en 1961. “La institución era un hogar para todos los que estábamos en aquella época de los ’60” –cuenta Alberto Gallardo, junto con Julio César Uribe, los mejores jugadores de la historia de Cristal que surgieron de las inferiores–. “El equipo era uno de los más fuertes, a pesar de que casi no teníamos hinchada. El fútbol profesional sólo se practicaba en Lima, y se jugaba entre sábados y domingos. En el ’61, hicimos una gira por Estados Unidos, China, Europa y África. En total fueron 30 juegos y yo convertí 37 goles. Tenía 20 años. Después fui goleador del ’62 y ’63 hasta que me vendieron al Milán de Césare Maldini, Sandro Mazzola y Gianni Rivera. Más tarde jugué en Palmeiras para retornar luego al Cristal. ¿Quién fue el mejor jugador de este club? Yo, Alberto Gallardo, sin dudas. Claro, si estuve en los Juegos Olímpicos del ’60, el Mundial del ’70, actué en varias Copas Libertadores y fui dos veces el artillero del Perú.”Actualmente tiene 56 años (al momento de escribirse esta nota Alberto Gallardo aún nos acompañaba, lamentablemente ya no está mas con nosotros debido a su fallecimiento en 2002) y entrena las divisiones menores del club, además de ser el técnico de Alcides Vigo, una institución que patrocina Cristal. “Acá hubo un cambio en los últimos años, tiene mejor estructura que cuando yo jugaba”.
La tercera vuelta olímpica llegó en 1968, de la mano de Didí. Don Ricardo Bentín Mujica lo trajo al club a fines de ’67 para que armara el equipo y el brasileño los llevó al éxito. Ramón Mifflin, uno de los puntales de aquella formación hace un repaso: “En esos tiempos ya era el club con mejores posibilidades económicas de Perú. Estaba el matrimonio Bentín, a quienes recuerdo con mucho cariño, que siempre se preocupaban por el jugador. Cristal mantenía un estilo de juego donde prevalecía la parte técnica. El que no tenía buen manejo no podía estar en el equipo. Del título del ’68 recuerdo la final que le ganamos 2-1 al Juan Aurich”. El “Cabezón” Mifflin tiene hoy cincuenta años (dato de 1996).
En el arranque mismo de la década del ’70 llegó el cuarto título, más tarde complementado por el del ’72. Por aquellas épocas, la tradición de la familia Bentín exigía que, antes de los partidos, ellos se acercaran a la concentración del primer equipo, comieran juntos y realizaran una misa en la pequeña capilla que hizo construir doña Esther detrás de uno de los arcos de las canchas de entrenamientos.
Quizás el final de una década gloriosa para el fútbol peruano fue el amague de un ciclo histórico para el Cristal. Se quedó con los campeonatos de 1979 y 1980. No pudo completar el “Tri” porque el Melgar interrumpió su serie en el ’81. Marcos Calderón era el técnico del equipo y habían retornado del exterior nombres que tuvieron su sitio privilegiado en la historia del fútbol incaico: Héctor Chumpitaz, Ramón Quiroga, Percy Rojas, Oswaldo Ramirez, Alfredo Quesada, Juan Carlos Oblitas y Julio César Uribe.
A la alegría de los campeonatos se interpuso la irreparable pérdida de los verdaderos padres del club. En 1975 falleció la señora Esther Grande de Bentín y cuatro años más tarde se fue el ingeniero Ricardo Bentín Mujica. Sus hijos, Ricardo y Cata, eran los encargados de seguir la tradición familiar del club “bajopontino”.
La racha de títulos se extendió en 1983 y 1988, éste último con la vuelta del ídolo, Julio César Uribe, para la parte final del torneo. Lo mejor estaría por llegar cuando el cienasta Franciso Lombardi asumiera como presidente de la Comisión de Fútbol. Su primer acto fue contratar a Juan Carlos Oblitas, un zurdo que sabía de títulos con la celeste en el pecho, a pesar de estar identificado con los colores cremas de Universitario de Deportes.
El “Ciego” armó el equipo con jugadores de experiencia, un plantel que no desbordaba de talento pero que era invulnerable defensivamente. Conclusión: décimo título del Club Sporting Cristal. Oblitas dejó el club para ser el ayudante de Miguel Company en la Selección Peruana, pero retornó a fines de 1993 para armar el equipo tricampeón.
Pero nuevamente el destino se ensañaba con Sporting Cristal. A fines de 1994, una penosa enfermedad se llevó a Ricardo Bentín Grande cuando tenía 45 años. El campeonato Descentralizado de 1995 llevó su nombre y Sporting Cristal se juramentó ganarlo. Era el mejor homenaje que un grupo de jugadores y dirigentes le podían hacer a la memoria de un digno continuador de la obra de sus padres.
Hasta que el 3 de noviembre de 1996 llegó el decimotercer campeonato a las vitrinas del club Rímac. Ese distrito que fue centro de la vida social y política en el siglo XIX y comienzos del XX. A ése lugar y ésa época de la vieja Lima a la que se refiere Chabuca Granda en su célebre canción “La Flor de la Canela”, cuando describe a un tipo de mujer mulata y bajopontina, que a su esposo derramaba su gracia.
El fútbol seguía creciendo y el segundo título llegó en 1961. “La institución era un hogar para todos los que estábamos en aquella época de los ’60” –cuenta Alberto Gallardo, junto con Julio César Uribe, los mejores jugadores de la historia de Cristal que surgieron de las inferiores–. “El equipo era uno de los más fuertes, a pesar de que casi no teníamos hinchada. El fútbol profesional sólo se practicaba en Lima, y se jugaba entre sábados y domingos. En el ’61, hicimos una gira por Estados Unidos, China, Europa y África. En total fueron 30 juegos y yo convertí 37 goles. Tenía 20 años. Después fui goleador del ’62 y ’63 hasta que me vendieron al Milán de Césare Maldini, Sandro Mazzola y Gianni Rivera. Más tarde jugué en Palmeiras para retornar luego al Cristal. ¿Quién fue el mejor jugador de este club? Yo, Alberto Gallardo, sin dudas. Claro, si estuve en los Juegos Olímpicos del ’60, el Mundial del ’70, actué en varias Copas Libertadores y fui dos veces el artillero del Perú.”Actualmente tiene 56 años (al momento de escribirse esta nota Alberto Gallardo aún nos acompañaba, lamentablemente ya no está mas con nosotros debido a su fallecimiento en 2002) y entrena las divisiones menores del club, además de ser el técnico de Alcides Vigo, una institución que patrocina Cristal. “Acá hubo un cambio en los últimos años, tiene mejor estructura que cuando yo jugaba”.
La tercera vuelta olímpica llegó en 1968, de la mano de Didí. Don Ricardo Bentín Mujica lo trajo al club a fines de ’67 para que armara el equipo y el brasileño los llevó al éxito. Ramón Mifflin, uno de los puntales de aquella formación hace un repaso: “En esos tiempos ya era el club con mejores posibilidades económicas de Perú. Estaba el matrimonio Bentín, a quienes recuerdo con mucho cariño, que siempre se preocupaban por el jugador. Cristal mantenía un estilo de juego donde prevalecía la parte técnica. El que no tenía buen manejo no podía estar en el equipo. Del título del ’68 recuerdo la final que le ganamos 2-1 al Juan Aurich”. El “Cabezón” Mifflin tiene hoy cincuenta años (dato de 1996).
En el arranque mismo de la década del ’70 llegó el cuarto título, más tarde complementado por el del ’72. Por aquellas épocas, la tradición de la familia Bentín exigía que, antes de los partidos, ellos se acercaran a la concentración del primer equipo, comieran juntos y realizaran una misa en la pequeña capilla que hizo construir doña Esther detrás de uno de los arcos de las canchas de entrenamientos.
Quizás el final de una década gloriosa para el fútbol peruano fue el amague de un ciclo histórico para el Cristal. Se quedó con los campeonatos de 1979 y 1980. No pudo completar el “Tri” porque el Melgar interrumpió su serie en el ’81. Marcos Calderón era el técnico del equipo y habían retornado del exterior nombres que tuvieron su sitio privilegiado en la historia del fútbol incaico: Héctor Chumpitaz, Ramón Quiroga, Percy Rojas, Oswaldo Ramirez, Alfredo Quesada, Juan Carlos Oblitas y Julio César Uribe.
A la alegría de los campeonatos se interpuso la irreparable pérdida de los verdaderos padres del club. En 1975 falleció la señora Esther Grande de Bentín y cuatro años más tarde se fue el ingeniero Ricardo Bentín Mujica. Sus hijos, Ricardo y Cata, eran los encargados de seguir la tradición familiar del club “bajopontino”.
La racha de títulos se extendió en 1983 y 1988, éste último con la vuelta del ídolo, Julio César Uribe, para la parte final del torneo. Lo mejor estaría por llegar cuando el cienasta Franciso Lombardi asumiera como presidente de la Comisión de Fútbol. Su primer acto fue contratar a Juan Carlos Oblitas, un zurdo que sabía de títulos con la celeste en el pecho, a pesar de estar identificado con los colores cremas de Universitario de Deportes.
El “Ciego” armó el equipo con jugadores de experiencia, un plantel que no desbordaba de talento pero que era invulnerable defensivamente. Conclusión: décimo título del Club Sporting Cristal. Oblitas dejó el club para ser el ayudante de Miguel Company en la Selección Peruana, pero retornó a fines de 1993 para armar el equipo tricampeón.
Pero nuevamente el destino se ensañaba con Sporting Cristal. A fines de 1994, una penosa enfermedad se llevó a Ricardo Bentín Grande cuando tenía 45 años. El campeonato Descentralizado de 1995 llevó su nombre y Sporting Cristal se juramentó ganarlo. Era el mejor homenaje que un grupo de jugadores y dirigentes le podían hacer a la memoria de un digno continuador de la obra de sus padres.
Hasta que el 3 de noviembre de 1996 llegó el decimotercer campeonato a las vitrinas del club Rímac. Ese distrito que fue centro de la vida social y política en el siglo XIX y comienzos del XX. A ése lugar y ésa época de la vieja Lima a la que se refiere Chabuca Granda en su célebre canción “La Flor de la Canela”, cuando describe a un tipo de mujer mulata y bajopontina, que a su esposo derramaba su gracia.
La vida es otra en la mítica Lima por estos tiempos, y el viejo Sporting Tabaco nunca soñó que su sucesor, el Cristal, iba a recorrer tantos caminos de éxitos en el fútbol peruano, hasta dejar de ser el club del Rímac y discutirle cara a cara la supremacía a Universitario y Alianza Lima. Aquella idea del matrimonio Bentín es una realidad. La tradición familiar lo elevó a un sitial de privilegio, como lo habían soñado cuando vieron la foto del “eleven” de Backus colgado en la pared de la cervecería.